Pelea de gallos, h. 1980

Manuel VIOLA (Zaragoza, 1916 - San Lorenzo del Escorial, Madrid, 1987)
- Óleo sobre tabla -
25 x 20 cm

Manuel Viola comenzó su carrera artística como poeta, en los círculos vanguardistas de Lérida, y fundó la revista surrealista Art. En 1934 inició los estudios de Filosofía y Letras en Barcelona y entró en contacto con la vanguardia local. Al llegar la guerra civil, combatió en el frente de Aragón, en las filas del P.O.U.M., y allí conoció al poeta Benjamín Péret.

Exiliado en Francia, se enroló en la Legión extranjera. Durante la ocupación estuvo vinculado al grupo surrealista La main à plume, y mantuvo relación con Óscar Domínguez y con Pablo Picasso. Colaboró con la resistencia (y al mismo tiempo se vio mezclado en el tráfico clandestino de obras de arte). Tras la liberación se dedicaría a la pintura, produciendo sus primeros cuadros abstractos, emparentados con la obra de Hans Hartung.

Viola regresó a España en 1949, y cuatro años más tarde tuvo lugar una exposición de su obra en la Sala Estilo de Madrid. A partir de ahí desarrollaría su versión del informalismo gestual, entablando amistad con los jóvenes que formarán el grupo El Paso, donde llegaría a integrarse. Sus cuadros se basan en una técnica gestual automática, a base de grandes brochazos barridos de color blanco sobre fondos oscuros, que producen efectos como de explosiones, con contrastes dramáticos de luces y sombras. Este estilo, que Viola seguiría cultivando en la década de 1960, se ha vinculado con la tradición pictórica española.

En sus últimos años, Viola se convirtió en un personaje popular, invitado habitual en fiestas y saraos, amigo de toreros y flamencos. Cultivó los temas figurativos como las vistas de Miami, la Sagrada Familia de Gaudí, los arlequines... y las peleas de gallos, una serie de pinturas que se prolonga desde comienzos de la década de 1970 hasta la muerte del pintor. Son versiones sencillas de sus abstracciones anteriores, donde la intensa gestualidad sirve para ilustrar el motivo vistoso. (Texto de Guillermo Solana Díez, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 392).