Violon, carafe et verre, 1920

Juan GRIS (González PÉREZ, José VICTORIANO)
(Madrid, 1887 - Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927)
- Óleo sobre lienzo -
33 x 55 cm

Juan Gris ocupa un lugar indiscutible entre los grandes del arte del siglo XX. Sus orígenes como ilustrador de las revistas Blanco y Negro y Madrid Cómico, en los primeros años de siglo, no hacían sospechar una carrera fulgurante en la vanguardia internacional. Fue su viaje a París en 1906 lo que vino a cambiar aquel destino. En París conoció a Picasso (se instaló, de hecho, en la misma casa de la rue Ravignan) y asistió al nacimiento del cubismo. Todavía durante algunos años viviría de hacer dibujos para periódicos como Le Témoin, Le Cri de Paris, Le Charivari y L'Assiette au beurre. Sólo hacia 1910 empezará a pintar en serio. En 1912 expone en Barcelona y en París (con el grupo de la Section d'Or) y firma un contrato exclusivo con el marchante Kahnweiler. Y en ese mismo año decisivo, a partir de la técnica del papier collé de Picasso y Braque, comienza a formular lo que será su versión personal del cubismo sintético.

Este espléndido bodegón fue pintado en octubre de 1920, el año en que se manifestaron los primeros síntomas de la enfermedad que llevaría al pintor a la muerte. Pero aquel momento presenció también una renovación de su energía creativa. Las medidas de Violon, carafe et verre corresponden a la proporción de 3/5, una ratio muy frecuente en la pintura de Gris en esta época. La compleja composición se basa en un triángulo truncado, dentro del cual se encajan, se incrustan unos en otros los diversos elementos figurativos, sin dejar espacios muertos, formando un perfecto rompecabezas.

En muchos cuadros de Gris de la década de 1920 se pueden detectar, tras los objetos representados, otras referencias figurativas encubiertas, que en este caso son especialmente sensibles. En el lado izquierdo del cuadro, el borde de la mesa se convierte en un brazo, que al encontrarse en la parte inferior con las líneas trazadas en un papel sugiere una mano esquemática. Las intersecciones del perfil del violín con la botella y la boca del vaso producen la perfecta ilusión de dos ojos alineados (sobre uno de ellos, la efe del instrumento parece una ceja). De este modo, Gris se anticipaba al juego de imágenes ocultas que poco después desarrollarían los surrealistas y en particular Salvador Dalí. (Texto de Guillermo Solana Díez, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 366).