Jura de la Constitución por S.M. la Reina Regente Doña María Cristina, 1897

Francisco JOVER CASANOVA (Muro, Alicante, 1836 - Madrid, 1890) y Joaquín SOROLLA Y BASTIDA (Valencia, 1863 - Cercedilla, Madrid, 1923)
- Óleo sobre lienzo -
350 x 550 cm

Se trata de la representación del acto celebrado el 30 de diciembre de 1885, a las dos de la tarde, con ocasión del juramento que debía reiterar (pues ya lo había efectuado ante el Gobierno el 27 de noviembre del mismo año) la Reina Regente Doña María Cristina, ante las Cortes, de ser fiel al Heredero de la Corona, y de guardar la Constitución y las Leyes.

Con este motivo se reunieron en el Palacio del Congreso Senadores, Diputados y el Consejo de Ministros. En un acto solemne, el entonces Presidente del Congreso, Antonio Cánovas del Castillo, sosteniendo los Evangelios y acompañado de los dos Secretarios de las Cortes más antiguos tomó juramento a la Reina, que apoyando una de sus manos sobre las Sagradas Escrituras pronuncio la siguiente fórmula: "Juro por Dios y por los Santos Evangelios ser fiel al Heredero de la Corona en la menor edad, y guardar la Constitución y las Leyes. Asi Dios me ayude y sea en mi defensa, y si no, me lo demande".

El cuadro recoge el momento cumbre del juramento, en el cual la Reina María Cristina, vestida de riguroso luto, aparece acompañada de sus dos hijas de corta edad, las Infantas Mercedes y María Teresa, también enlutadas. Detrás de ella, junto al trono, figuran sus damas de compañía, los jefes de Palacio y dos maceros que acompañaron a la Reina en su entrada y salida del Palacio de las Cortes.

Tal como mandaba el ceremonial, todos los asistentes al acto permanecieron de pie durante el juramento.

La emoción del momento aparece claramente reflejada en el primer término de la composición, donde están retratadas las figuras enlutadas de las hermanas del Rey, recientemente fallecido, Doña Isabel y, sollozando, Doña Eulalia, a la que acompaña el Infante Don Antonio de Orleáns.

También en primer término, a la derecha, aparece la figura del General Martínez Campos, acompañado de otros altos jefes militares, y al fondo, en segundo término de la composición, el entonces Presidente del Gobierno, Práxedes Mateo Sagasta, junto a los miembros de su Gabinete.

La gestación de esta obra fue muy compleja. El Senado decidió encargar el cuadro en 1886 al pintor José Casado del Alisal, pero su fallecimiento inesperado ese mismo año hizo que el encargo recayese en Francisco Jover Casanova, el cual se hizo cargo del mismo, llegando a cobrar incluso un anticipo por los bocetos y los primeros trazos. El fallecimiento de Jover el 19 de febrero de 1890, sin haber terminado el cuadro, obligó a la Comisión de Gobierno Interior del Senado a reunirse el 8 de marzo siguiente, para elegir "la persona que debería encargarse de la terminación del cuadro".

Para este cometido hubo tres propuestas: "1.- Del Sr. D. Enrique Serrano Fatigat, hermano político del Sr. D. Francisco Jover, participando el fallecimiento de este señor y que en sus últimos momentos designó a su antiguo discípulo D. Joaquín Sorolla como el artista que mejor puede acabar la obra indicada. 2.- Del pintor de historia D. Luis Herreros de Tejada ofreciéndose a terminar el cuadro por las 15.000 pesetas que le restan percibir al difunto Sr. Jover. 3.- Del Sr. D. Emilio Nieto recomendando al pintor D. Serafín Martínez Rincón para la ejecución del cuadro La jura de la Reina Regente.

La Comisión acordó por unanimidad que fuera Joaquín Sorolla el encargado de terminar el cuadro, Abajo las mismas condiciones en que le fue confiado al Sr. Jover y fijando como precio de la parte de obra que faltaba realizar, las indicadas 15.000 pesetas que restaban percibir al indicado Sr. Jover".

Joaquín Sorolla tardó mucho tiempo en terminarlo, ya que el 21 de diciembre de 1893 el Senado le emplaza a que lo entregue en un plazo de seis meses. Sin embargo, Sorolla solicita de nuevo en mayo del año siguiente una prórroga de otros seis meses. Con todo ello la obra no fue entregada hasta febrero de 1898, es decir, tres años más tarde de lo convenido.

A pesar de tan dilatado retraso, gustó tanto esta pintura que el Senado, además de pagarle "las quince mil pesetas que quedaban por pagar del precio en que fue contratada dicha obra, por haber recibido el Sr. Jover diez mil pesetas que con las 15.000 antes dichas suman el precio referido", acordó recomendar al Gobierno que le concediera una "distinción honorífica". (Texto de Pilar de Miguel Egea, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, págs. 338 y 340).