Isabel II joven, h. 1853

Dionisio FIERROS (La Ballota, Asturias, 1827 - Madrid, 1894)
- Óleo sobre lienzo -
70 x 58 cm

La Reina Isabel II nace en Madrid en 1830, siendo hija de Fernando VII y de su cuarta esposa María Cristina de Borbón, Princesa de Dos Sicilias. La muerte de su padre en 1833 convierte a Isabel en Reina de España bajo la regencia de su madre, dada su minoría de edad. La proclamación de Isabel II provoca el enfrentamiento con los defensores de la Ley Sálica, partidarios de su tío el Infante Don Carlos María Isidro, desencadenándose la contienda más duradera de todo el siglo XIX, las guerras carlistas.

Para salvaguardar el trono de su hija, la Reina Gobernadora tiene que apoyarse en los progresistas, los isabelinos, a cambio de compartir, mal que le pese, la soberanía. Precisamente sus reticencias a aplicar la Constitución progresista de 1837 provocan el enfrentamiento con Espartero, entonces militar todopoderoso aupado por la finalización de la primera guerra carlista sellada con el "abrazo de Vergara" (1839). La Reina Gobernadora se ve forzada a abdicar mientras Espartero es nombrado nuevo Regente, para ser depuesto, a su vez, por el pronunciamiento de los Generales Narváez y Serrano en 1843. Para salvar la situción se fuerza la mayoría de edad de Isabel II con tan sólo 13 años, contraviniendo las normas fijadas por la Constitución entonces vigente, la de 1837.

El reinado de Isabel II estuvo lleno de dificultades como denotan claramente estas cifras: tres Constituciones, (1837, 1845 y la "non nata" de 1856), cera de sesenta gabinetes ministeriales, varios pronunciameintos, dos Revoluciones (1854 y 1868) y dos atentados en 1847 y 1852. Además, hay que señalar las rencillas, promovidas a veces por la propia Reina, entre los Generales, verdaderos árbitros de la política del momento.

Esta situación y la actitud de la Reina provocan el descontento del pueblo y buena parte de los militares que culmina con el triunfo de la Revolución de 1868 y la expulsión de los Borbones. Quizá también pueda explicar, como se apuntó en la introducción, el hecho significativo de que el Senado no guarde ningún retrato oficial de Isabel II, siendo así que su creación es fruto de la Constitución de 1837. Por ello, para paliar esta falta, el Senado actual adquirió en 1988 el retrato de Dionisio Fierros, pintor asturiano formado con José y Federico de Madrazo, y autor de varios retratos de la soberana en distintas épocas de su vida.

La especialidad más reconocida de Dionisio Fierros es la de la pintura costumbrista y cuadros de género con los que gana medallas de primera y segunda, en las Exposiciones Nacionales de 1860 y 1862. Realiza también numerosísimos retratos en los que, como aquí, se ven claramente las huellas de sus maestros, además de una serie de convencionalismos que en él constituyen casi una "maniera": el propio formato oval; la efigie presentada de frente aunque con una postura forzada para romper la frontalidad; los fondos neutros y oscuros con una luz dirigida que entra por la izquierda provocando fuertes efectos de claroscuro aprovechados para disimular el rigor dibujístico a la par que sumerge a la figura en la densa penumbra ambiental; leve insinuación del vestido que se funde también con la penumbra. En definitiva, todo está encaminado a realzar el rostro de la Reina en una estudiada composición piramidal con la que se resalta la presencia casi estatuaria de la soberana que aparece aquí exultante y radiante, rebosando juventud con sus veinte y pocos años.

Se explica así la sugestión y atracción que despertaría Isabel II en sus primeros años de reinado. (Texto de Jesús Gutiérrez Burón, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, págs. 204 y 205).