José GUTIÉRREZ DE LA CONCHA E IRIGOYEN. Marqués de la Habana (Córdoba de Tucumán, Argentina, 1809 - Madrid, 1895).

Federico DE MADRAZO Y KUNTZ (1815-1894)
- Óleo sobre lienzo -
100 x 75 cm

José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen (1809-1895) decimoquinto Presidente del Senado, nació en Córdoba de Tucumán (Argentina), en el seno de una familia de ascendencia militar, lo que determinará desde muy temprano su propia vocación que le lleva a ingresar en el Colegio de Artillería. Su comportamiento en las Guerras Carlistas le proporciona, aparte de la Cruz de San Fernando, rápidos ascensos llegando a Mariscal de Campo en 1841 y Teniente General en 1846. Como Gobernador General de Cuba desde 1850 sofoca la insurrección de Narciso López, lo que le vale sus títulos de Vizconde de Cuba y Marqués de La Habana.

La Revolución de 1854 supuso su exilio a Francia, mientras que en 1868 recibió la llamada de Isabel II para detener y contrarrestar el levantamiento de Prim y Serrano. Su amplia carrera política va desde Diputado a Cortes por Logroño en 1847 hasta Senador vitalicio desde 1877, pasando por los ministerios de Guerra, Ultramar y Marina, aparte de la ya mencionada Presidencia del Gobierno en 1868. Presidente del Senado durante las Legislaturas de 1881, 1882, 1883 y 1886-1890.

El autor de su retrato, Federico de Madrazo y Kuntz, nace en Roma en 1815, siendo el primogénito del pintor José de Madrazo. A los cuatro años se traslada a Madrid al ser nombrado su progenitor pintor de Cámara de Fernando VII y profesor de la Academia de San Fernando. Aquí Federico continuará su formación artística iniciada bajo el cuidado de su padre. Sus progresos son tan espectaculares que a los 16 años ingresa en la Academia y a los 18 alcanza sus primeras recompensas y honores oficiales: la cruz de Isabel la Católica y el nombramiento de pintor supernumerario de Cámara.

En el verano de 1833 emprende su primer viaje a París, decisivo para su formación al igual que la estancia, años más tarde, como pensionado en Italia. Allí conoce a Overbeck cuyo ideal purista sigue en Las santas mujeres en el sepulcro de Cristo (1841). En estos años alterna los retratos, algunos tan significativos como el de su maestro Ingres (1833), con los cuadros de composición cual Godofredo de Bouillon proclamado Rey de Jerusalén (1838), por encargo del Rey Luis Felipe de Orleans para la Sala de las Cruzadas del Palacio de Versalles.

Durante sus estancias en Madrid desarrolla una importante campaña de difusión de los principios románticos a través de la revista El artista (1835-6) en unión de su cuñado Eugenio de Ochoa y el Conde de Campo Alegre. No descuida por ello su actividad artística, especialmente en su faceta de retratista en la que será, sin discusión alguna, el artista más representativo del siglo XIX. Retratos como el del Marqués de La Habana con su prestancia, con la peculiar forma de combinar la superficie pictórica -fundiendo los contornos en una atmósfera sugerente y suavizando la ya gastada anatomía tras los efectos del claroscuro-, y con su habilidad para reproducir la indumentaria resaltando la calidad de las telas y condecoraciones, justifican plenamente la fama de Federico de Madrazo y su condición de retratista no sólo de las personas sino también de su "estatus" social.