Luis PIDAL Y MON. Marqués de Pidal (Madrid, 1842 - Madrid, 1913).

Luis MENÉNDEZ PIDAL (1862-1932)
- Óleo sobre lienzo -
100 x 75 cm

Luis Pidal y Mon, segundo Marqués de Pidal y vigésimo segundo Presidente del Senado, nació en Madrid en 1842. Estudió derecho en la Universidad Central como preparación para su carrera política que, aun siendo amplia -Diputado y Secretario del Congreso en diferentes legislaturas, Embajador en Roma, Consejero de Instrucción Pública (1894) y Ministro de Fomento (1899)-, está oscurecida por la brillantez de su hermano menor Alejandro.

Su vida cultural fue también muy intensa. Autor de obras tan distintas como España y la Sociedad Moderna o Los progresos del catolicismo, y de ensayos biográficos o críticos sobre Mozart, Wagner, la Duquesa de Villahermosa o San Vicente Ferrer, que explican su pertenencia a varias Reales Academias como la Española de la Lengua, la de Bellas Artes de San Fernando y la de Ciencias Morales y Políticas. Colabora además frecuentemente en periódicos de distinto signo cual La Época, La España Católica o La Revista Hispano Americana. Fue también Presidente de la Junta de Iconografía Nacional (1906). En el Senado ocuparía igualmente la Presidencia en 1904 al pasar Azcárraga a la Jefatura del Gobierno.

El retrato del segundo Marqués de Pidal, si se contempla por primera vez, puede sorprender y parecer poco apropiado para el lugar, uno de los santuarios de la política, por su aire en apariencia excesivamente frívolo. Sin embargo, un examen más reflexivo y la consideración de los lazos de amistad y familia que unían al artista, Luis Menéndez Pidal, y al retratado, provocan el cambio de opinión hasta verse como uno de las mejores muestras de la elegancia, refinamiento y exquisitez que distinguía a ambos.

El retrato, aunque parece espontáneo cual si fuera una instantánea fotográfica, es uno de los más estudiados de la colección del Senado. Refleja claramente la pericia del pintor derivada de un profundo conocimiento de los grandes retratistas españoles del pasado -también comentado al hablar del retrato de Azcárraga- y contemporáneos como Federico de Madrazo. La expresión y naturalidad del rostro con sus rasgos sabiamente difuminados, la solidez estructural, el punto de vista bajo que refuerza la monumentalidad, la sutileza en la gradación del color tanto en el personaje -admirable en trozos como el pequeño espacio en el que compiten chistera, guantes, puños, levita, bastón y sillón- como entre la figura y el fondo perfectamente armonizados, y el refinamiento y habilidad en la reproducción de las telas, todo ello conjuntamente confiere al retrato una extraordinaria vitalidad, a la vez que nos hace sentir la presencia del Marqués. Así se lo hizo ver por carta un contemporáneo al propio artista: ...le felicito por el magistral retrato del Marqués de Pidal que ayer admiré en la Presidencia del Senado, donde se destaca de los demás de aquel despacho como un Goya en un tenderete de cromos. Parecido, actitud severa y noble, colorido justo y suavísimo en la cara y en el traje, que me parece cosa difícil en este último por la uniformidad de la negrura de su fondo, todo recuerda los procedimientos del viejo Madrazo y acredita en U. un artista de primer orden en esta clase de obras. En resumen, estamos ante uno de los mejores retratos de la colección del Senado y de toda la obra de Luis Menéndez Pidal, que refleja, además su ideal de pintura: no dar gusto a las pasiones sino al espíritu.