Marcelo de AZCÁRRAGA Y PALMERO (Manila, 1832 - Madrid, 1915).

Luis MENÉNDEZ PIDAL (1862-1932)
- Óleo sobre lienzo -
100 x 75 cm

Marcelo de Azcárraga y Palmero, vigésimo primero Presidente del Senado, nació en Manila en 1832. Trasladado muy pronto a la madre patria inicia su brillante carrera militar ingresando en la Academia de Estado Mayor del Ejército. Poco después de salir de la Academia, participa activamente en las algaradas de la Revolución de 1854, "la vicalvarada", que llevará al poder a la Unión Liberal del General O'Donnell. Años después forma parte del ejército expedicionario del General Prim en Méjico. De nuevo en España continúan sus ascensos, siendo, ya como General de Brigada, Jefe del Estado Mayor del ejército sitiador de Cartagena. Con este mismo grado participa activamente en la venida de Alfonso XII con el pronunciamiento de Sagunto.

Durante la Restauración ocupa distintos destinos militares como las capitanías de Navarra y Valencia, ascendido a Capitán General en 1911, y cargos políticos como la cartera de Guerra en 1890 y 1895-1897, preocupándose primordialmente del fortalecimiento defensivo de Cuba y Filipinas con el envío de armas y grandes contingentes de soldados. Tras el asesinato de Cánovas en 1897 se hace cargo provisionalmente de la Presidencia de Gobierno, repitiendo en 1901 y 1904, siempre por el Partido Conservador. Igualmente desempeñó la Presidencia del Senado durante las Legislaturas de 1903, 1907 y 1914.

El autor del retrato, Luis Menéndez Pidal, hermano del historiador y filólogo Ramón, inicia los estudios artísticos en la Academia de Oviedo en 1884, después de licenciarse en Derecho. Los continúa en Madrid con Ángel Ferrant para pasar como pensionado a Roma en 1886. Tres años más tarde gana el concurso de "La Ilustración Española y Americana" con A buen juez mejor testigo, tema histórico-literario que le proporcionará muchos éxitos en el futuro. Sin embargo, la pintura que más fama le da, es la que explota la sensibilidad del espectador acudiendo a temas emotivos y hasta sensibleros para nuestro tiempo -La cuna vacía y Salus infirmorum, primeras medallas en 1892 y 1899 respectivamente y El viático en la aldea, premio de honor en 1924-, tratados de una forma realista y con una cierta preocupación por los valores lumínicos. Por ello no resultan demasiado chocantes las referencias a Murillo y Millet formuladas por algunos críticos del momento.

La fama del artista y su círculo familiar -era primo de Luis Pidal y Mon- explican el encargo de este retrato, donde el pintor asturiano con el refinamiento y elegancia que le caracteriza parece acudir a la gran pintura española -era un consumado estudioso y copista de Velázquez y Carreño-, pasando por el tamiz de Federico de Madrazo para plasmar la apostura y marcialidad del General, difuminar los rasgos anatómicos para evitar la excesiva dureza sin perder concentración y fuerza de expresión, fundir la figura con el fondo para dar mayor sensación de realidad, o reproducir las bandas, condecoraciones y medallas con el suficiente realismo para que puedan ser identificadas y valoradas pero sin romper la armonía del cuadro. En definitiva, además de un retrato individual es también el retrato de un modelo, de un ideal, el del patricio insigne que fue el General Azcárraga.