Retablo de las viudas, 1970-1980

LAXEIRO (José OTERO ABELEDO)
(Lalín, Pontevedra, 1908 - Vigo, 1996)
- Óleo sobre lienzo -
203 x 143 cm

Laxeiro asimiló las innovaciones de las vanguardias, pero sin perder la raíz popular; aprendió el lenguaje del cubismo y el expresionismo, pero fue sobre todo un pintor-narrador de las leyendas de su tierra. Nació en Lalín (Pontevedra) y cuando tenía trece años emigró a Cuba con sus padres. Allí trabajaba por el día y por la noche acudía a las clases de dibujo del Centro gallego de La Habana. En 1925, con la salud muy afectada, regresó a España, y trabajó como barbero, pero sin dejar de dibujar a todas horas. En 1931 obtuvo una beca que le permitió irse a Madrid, a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Volvería a Galicia dos años después, y en 1934 celebró su primera exposición individual, en Santiago de Compostela. Tras el paréntesis de la guerra, pintaría murales en un cine de Lalín y en el café moderno de Pontevedra. En 1942 fija su residencia en Vigo, y en los años siguientes expone en Vigo y Santiago: de esos años data su obra maestra Trasmundo (1946). En 1951 emigra a la Argentina, donde permanecerá hasta 1970.

La obra de Laxeiro se encuadra en un expresionismo a lo Gutiérrez Solana, pero de inspiración más visionaria y alucinada. Su estilo más característico se define por el claroscuro tenebroso, sin color apenas, y el acento en la materia pictórica y el gesto, lejana herencia de Rembrandt y Goya. Desde 1960, aparece también en su pintura otra manera más moderna, que recuerda a cierto Picasso o incluso a cierto Dubuffet, con zonas planas de color aisladas con trazos gruesos, a modo de vidrieras (en Cuba había diseñado vidrieras artísticas).

Las máscaras del carnaval y los títeres de la ferias, con toda la tradición popular de lo grotesco, del esperpento: ese mundo mágico se encuentra plasmado con claroscuro y empastes broncos en el Retablo de las viudas. El cuadro es una sucesión rítmica de frisos superpuestos: cabezas de campesinas dolientes, siniestras cabezas de muertos, que se parecen a los muertos de Géricault y a los de Solana, y una hilera de crucificados. El retablo recuerda los paneles de los cuentos de ciego, o la disposición de los ex-votos en el muro de una iglesia. Es como una antología de la obra de Laxeiro, un museo de sus obsesiones. (Texto de Guillermo Solana Díez, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 384).